Recesvinto falleció en Wamba (antes llamada Gérticos) el dia 1 de septiembre de 672. Junto a su cadáver aún caliente, dice la leyenda que ese mismo día Wamba fue elegido rey de los visigodos.
Parece que la muerte le sobrevino a Recesvinto arando las tierras de su villa de Wamba(los reyes no eran entonces señores coronados dedicándose a presidir audiencias y a viajar por el mundo, no) y que ese mismo día sus súbditos forzaron a Wamba a aceptar la sucesión del reino, cosa que él no deseaba bajo ningún concepto.
Mas, es Valladolid tierra antigua y quiere el capricho de la historia que, según la leyenda, se dé por bueno que no muy lejos de Wamba esté enterrado, precisamente, el antecesor de Recesvinto: en San Román de Hornija descansan los restos de su padre, Chindasvinto. Ambos municipios (Wamba y San Román) están regados por ríos hermanos.
Es el caso que el valle del Hontanija, donde se asienta la localidad de Wamba tiene fama de abundantes y buenas aguas, que antaño le procuraban un verdor y frescura en verano muy atractivo para veranear. Tan es así que los Condes de Gamazo, a la sazón residentes en Madrid y gente muy vinculada a Valladolid (recordemos sus orígenes boecillanos) venía a Wamba a mitigar los calores estivales.
Bien, pues vamos a darnos un detenido paseo por la vieja Gérticos, tal como antes, apuntan los historiadores, se llamaba la actual Wamba, municipio de potentes resonancias históricas, en honor de aquel tímido rey que no quiso ser tal.
Nos recibe, antes de entrar en la localidad, una estatua de factura contemporánea que representa al rey. Su autor es Lorenzo Duque. Descansan los restos de Wamba en la catedral de Toledo por expreso deseo de Isabel II. Murió, ya retirado de las tareas del reino (ocho años llevó la corona regia), en la localidad burgalesa de Pampliega, donde reposó hasta que en el siglo XIII, por mandato del AlfonsoX el Sabio, sus restos mortales fueron llevados a una iglesia de Toledo. Cierto es que no deseaba la corona pero una vez aceptada exigió ser coronado en Toledo, capital por excelencia de los pueblos godos. Una vez empuñado el cetro real, demostró coraje y decisión. De tal manera que se le considera el último gran rey de los godos. Por ejemplo, y antes de la definitiva invasión de la Península Ibérica por los musulmanes en el año 711, Wamba ya tuvo que rechazar un desembarco árabe en el 672.
Ya hemos dado cuenta del enclave que ocupa el municipio en el valle de Hontanija, río que nace en el antiguo monasterio de la Fuente de los Ángeles, en Villanubla. Pero además añade todas las aguas de los tesos calizos torozanos que le rodean, por lo que no es de extrañar la existencia de varias fuentes, cuyas aguas se han venido considerando salutíferas. De hecho el nombre de la fuente de Honcalada (en la fotografía), a la salida del pueblo en dirección a Villanubla, se considera que viene de la Edad Media. Tiene una fecha del siglo XVIII grabada en el frontispicio, pero sin duda se trata de una reconstrucción. Luego nos encontraremos con otra fuente antigua en nuestro recorrido por el municipio.
Tomamos la calle Zapico, que sale por detrás de la estatua a mano izquierda, que se prolonga por la calle de la Cruz y nos conduce hacia la plaza de la Iglesia. En la imagen fachada y detalle dela casa de la calle de la Cruz, 21 (la inscripción en la piedra dice que “todo lo que se ofrece a Dios florece”)… y otras construcciones que nos iremos encontrando durante el recorrido.
La iglesia de Santa María posiblemente se erige sobre un templo visigodo desaparecido. Lo más antiguo que ahora se puede ver en el interior del templo se remonta al s. X. Construcciones que fueron llevadas a cabo por monjes mozárabes venidos de los reinos musulmanes. Hablar de la historia de esta iglesia exigiría un largo artículo, así que lo dejaremos en apuntar que en el s. XII la engrandecieron los monjes hospitalarios (Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén), cuya característica cruz de ocho puntas se puede ver en diversos lugares del templo. La visita al interior de la iglesia hay que concertarla en el teléfono 679 14 27 30 (cualquier día de la semana excepto lunes). Frente a la fachada de la iglesia se ve la puerta de entrada al palacio y hospedería de los hospitalarios (a la izquierda de la fotografía).
Diversos detalles de la fachada, que se fecha en 1195, año en que se rematan las trazas del templo. La iglesia se declaró Monumento Nacional en 1931.
Interiores de la iglesia incluidos algunos frescos antes tapado: se compone de tres naves; retablo hispano flamenco del s. XVI; y la capilla donde parece que recibió sepultura la reina Urraca de Portugal (madre el Alfonso IX de León).
Patio que antes ocupaban el claustro y dependencias de los hospitalarios, también conocidos como Orden de Malta.
El afamado osario de Wamba se fue acumulando entre los siglos XIII y XVIII. Se trata de miles de calaveras y huesos atribuidos a los monjes.
Parte trasera de la iglesia y detalle de la cruz hospitalaria de ocho puntas en una ventana del templo.
Detrás de la iglesia está la Casa Consistorial, de 1889.
Si volvemos hacia la estatua de Wamba por la calle de la Fuente veremos la llamada fuente antigua, que nos muestra dos fechas que dan fe de diversos arreglos.
Por la zona en la que estamos, sin duda la piedra es la protagonista de las construcciones, como se puede ver en el recorrido por el municipio.
Ya en las afueras, en la carretera hacia Castrodeza, veremos primero un peculiar palomar y luego un molino harinero, reconvertido en fábrica de luz, que aprovechaba las aguas del Hontanija.
La carretera hacia Peñaflor de Hornija conduce hasta el Humilladero, por donde pasa el Camino de Santiago; y también nos lleva hasta la ermita de Nuestra Señora de la Encina, que aquí vemos al fondo formando parte del paisaje.
Panorámica general del pueblo desde las estribaciones de Torozos. Obsérvese la estructura medieval que tiene formando un caserío en círculo cerrado sobre sí mismo para ser más fácilmente defendido en caso de batalla.
Plano callejero de Wamba, tomado de uno de los libros de Javier G. Muelas sobre la localidad.