En estas fechas se están celebrando los 80 años que han transcurrido desde que Antonio Machado falleciera. Machado murió el 22 de febrero de 1939, a los 64 años de edad. Está enterrado en el cementerio de la pequeña localidad francesa de Colliure. En el mismo panteón que tres días después fuera enterrada su madre, Ana Ruíz, que justo el día que cumplía 85 años no pudo superar el dolor por la muerte de su hijo a quien había acompañado al exilio. Tiempo atrás, Ana Ruíz había dicho que “estaba dispuesta a vivir tanto como su hijo Antonio”… y vaya si fueron premonitorias sus palabras.
Panteón de Machado en el cementerio de Colliure. La imagen está tomada de Tripadvisor.
Además de su madre, en la vida de Machado hubo otras dos mujeres: Leonor Izquierdo y Pilar de Valderrama.
En torno a estas dos mujeres, tanto la sala de exposiciones del Teatro Zorrilla, como la galería de la Diputación Provincial, ofrecen sendas exposiciones. Por cierto, recomiendo que se visite primero la del teatro Zorrilla, pues se comprende mejor la de la Diputación.
Valladolid también tiene algo que contar de Machado pues, por algunos avatares que vamos a comentar, el espíritu del gran poeta está entre nosotros. Veamos.
Quiere la casualidad que en el cementerio del Carmen de Valladolid, un panteón tiene escrito el inicio de un verso de Antonio Machado… y no es un capricho literario de quien está enterrado o de sus deudos, no. Se trata del enterramiento de José María Palacio Girón. Palacio, de origen hoscense, vivía en Soria cuando Machado recaló en aquella capital castellana a orillas del Duero. Era maestro con plaza de funcionario y con aficiones literarias y periodísticas que dirigió durante varios años El porvenir Castellano, una revista en la que participó Machado.
En Soria, Machado se enamora locamente de Leonor Izquierdo, una niña de 13 años de edad a la que el poeta le llevaba 32 años. No hubo oposición paterna a aquella relación, pero debieron esperar a que Leonor cumpliera la edad legal para poder casarse: 15 años. El matrimonio se celebró en 1909. Y quiso el destino que las esposas de Machado y Palacio fueran primas, lo que hizo que la amistad del periodista y del poeta se viera reforzada por lazos familiares.
El matrimonio de Leonor y Antonio duró tres años, pues en 1912 falleció aquella muchacha que tenía loco al poeta. Mas, Leonor llegó a tener entre sus manos Campos de Castilla, libro que fue haciéndose con enorme ilusión de la joven.
Machado no pudo resistir aquella ausencia y en pocos días se marchó de Soria camino de Baeza. De aquella partida, Palacio escribió en el periódico: “… De su paso por Soria deja un libro inmortal, acogido por la crítica selecta como pocos libros lo fueron. Nuestro amigo entrañable se aleja de Soria con un dolor profundo…”
Por razones que se desconocen, aquel gran amigo de Machado estaba en Valladolid en 1936, donde le sobrevino la muerte. Fue enterrado en el cementerio del Carmen, y sobre su lápida se grabó esta estrofa: “Palacio, buen amigo, está la primavera” y firma A. Machado. Se trata del principio de un largo poema que el poeta había dedicado a su buen amigo Palacio en abril de 1913. Cierto era el cariño de Machado por su amigo, pues este se encargó de que no faltaran flores en la tumba de Leonor habida cuenta de la lejanía del poeta del lugar donde yacían los restos de su amada.
Panteón de Palacio en el cementerio del Carmen.
El poema dedicado a Palacio empieza con las siguientes estrofas: “Palacio, buen amigo, / ¿está la primavera / vistiendo ya las ramas de los chopos / del río y los camino? En la estepa / del alto Duero, Primavera tarda, / ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!…”
Pero de más lazos con Machado puede presumir Valladolid. Y es de la admiración que profesaba a Narciso Alonso Cortés, al que le dedicó un poema incluido en el libro Árbol añoso, publicado en 1914. Entre la documentación que el Archivo Municipal de Valladolid guarda de Alonso Cortés, hay un libro dedicado por Machado de su mano y letra.
El poema, titulado “A Narciso Alonso Cortés, poeta de Castilla”, comienza así: “Tus versos me han llegado a este rincón manchego, / regio presente en arcas de rica taracea, / que guardan, entre ramos de castellano espliego, / narcisos de Citeres y Lirios de Judea.” Y concluye: “Poeta, que declaras arrugas en tu frente, / tu noble verso será más joven cada día; / que en tu árbol viejo suene el canto adolescente, / del ruiseñor eterno la dulce melodía.”
Mas, sigamos con la tercera mujer importante en la vida de Machado: Pilar de Valderrama. El poeta recaló en Segovia, donde trabó relación con aquella mujer. Casada, con tres hijos y muy culta que participaba y animaba la vida cultural de Madrid, donde se relacionó con un gran número de intelectuales: María de Maeztu, María Teresa León, Luis Buñuel, Rafael Alberti, Vicente Alexandre, etc, etc.
Detalle de la doble exposición en Zorrilla y Diputación.
De aquella vida cultural destacaremos que formó parte del primer Cineclub que se formó en Madrid, y de la asociación Lyceum Club que, participada mayoritariamente por mujeres, defendía los derechos de la mujer, sobre todo el acceso a la cultura.
La relación con Pilar se inició en 1929 y duró hasta que el levantamiento militar del 36 les separó por el distinto destino que tomaron Machado y la familia de su amiga. Pilar, después de unos meses en Portugal, volvió para instalarse en Palencia, en una casa solariega de la familia de su esposo.
Fotografía de los jardines de la Moncloa, donde Pilar de Valderrama y Machado se veían los fines de semana. Exhibida en la exposición de la Diputación de Valladolid.
Los versos y la relación epistolar entre Machado y Valderrama dio nacimiento a una musa mítica llamada Guiomar, que no era sino el nombre que escondía el del Pilar de Valderrama. Pilar, también poeta, publicó seis poemarios, tres obras de teatro y una autobiografía: Sí, soy Guiomar, memorias de mi vida, publicada en 1981, dos años después de su fallecimiento. Pilar vivió de 1889 a 1979.
Esa autobiografía tiene, también, sello vallisoletano, pues su prólogo lleva la firma de Jorge Guillén, amigo, confidente y gran conocedor de la relación que durante ocho años mantuvieron Guiomar y Machado.
Y sobre Machado hay más relación con Valladolid: El escritor y periodista vallisoletano Ángel María de Pablos, en 2007 escribió, por encargo de la Junta de Castilla y León, una obra de teatro que conmemoraba el centenario de la llegada del poeta a Soria. La tituló La Fontana.
Ahora, Valladolid guarda el recuerdo de Machado en el nombre de una calle y de un colegio. Además, existe una Federación de Asociaciones Vecinales y de Consumidores que, nacida en 1980, se puso el nombre de Antonio Machado.